El sol resplandeciente ilumina la
mañana. A pesar de estar en invierno, este día parece un auténtico tiempo de
verano. Un cielo azul despejado, acompaña nuestro recorrido. Acudimos a este lugar,
para ser testigos de una magnífica labor en beneficio de la niñez del sector.
Al principio, no parecía interesante la
actividad. Cursos de música hay en cualquier lugar. Sin embargo, esta
iniciativa tiene una particularidad. Los alumnos, son hijos de los músicos
mayores de las bandas de pueblo del barrio, que a decir de algunos moradores,
existen varias.
En el barrio El Inca, cada sábado, un
grupo de chicos se reúnen a las 9:00 para iniciar un sueño, “el de ser
músicos”. A media cuadra del aula de clases, ya se escuchan las trompetas y el
retumbar de la percusión. Son niños y niñas de distintos sectores del barrio,
que apoyados por sus padres, decidieron adentrarse al maravilloso mundo de la
música.
De a poco, uno a uno va llegando. Todos,
acompañados por algún familiar. Unos, llevan su propio instrumento, a otros,
les lleva la persona que va con ellos. Suben las pequeñas gradas que conducen
al aula. Ahí, ya les está esperando el profesor. Junto a una pizarra y tres
marcadores, está listo para impartir sus conocimientos a los alumnos.
El espacio es acogedor y apropiado. El
esfuerzo conjunto de la comunidad, hace posible que se lleve adelante esta
noble actividad artística. “Hablamos con el sacerdote de aquí de la parroquia
para que nos ayude prestándonos esta aula” dice una madre de familia que espera
a su hijo en el patio.
En este esfuerzo comunitario, participa
la institucionalidad. Específicamente, La Casa de las Bandas de la Secretaría
de Cultura del Municipio de Quito, que aporta con el profesor, para
complementar este sueño.
Los Centros de Formación de Instrumentistas para Banda
Popular, son los espacios
adecuados para desarrollar y descubrir las habilidades de niños y jóvenes que
gustan del arte musical. Aquí, se forman los futuros músicos que integrarán las
bandas de pueblo, que ahora son “Patrimonio Cultural
Intangible del Distrito Metropolitano de Quito”.
Como en todo esfuerzo comunitario, las
madres de familia de los estudiantes formaron una directiva con el fin de
apoyar al proceso. Cada semana, una madre de familia se turna para realizar la
limpieza del aula y coordinar con cualquier necesidad que requiera el profesor
y los alumnos. También ayuda en la seguridad de los estudiantes para salir del
establecimiento.
De esta manera, juntos los padres de
familia, el profesor y la institución, contribuyen para en un tiempo no muy lejano
ver cristalizados los sueños de sus chicos. Entonces, serán el orgullo de toda
la comunidad.
Ahora ellos, sentados frente a sus atriles, tratan de sacar los mejores
sonidos al instrumento de su preferencia. Tocan, tocan y tocan. Vuelven y
repiten varias veces, hasta alcanzar la perfección que pide su partitura. Con
el tiempo y la paciencia, lograrán ser, unos formidables músicos que fomenten
este maravilloso arte.
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